¿CÒMO ERA EL URUGUAY
DEL NOVECIENTOS?
A partir de 1860 aproximadamente, las
costumbres de nuestra sociedad comienzan a cambiar, debido a
varias razones. Por un lado, el avance de la educación de masas y
por lo tanto, el retroceso del analfabetismo. Por otro, la
urbanización de la sociedad que provoca un cambio de
mentalidad en todos los sectores. A su vez la europeización de
las costumbres, genera la adopción de una mentalidad
diferente, a decir del historiador Barrán, la “sensibilización”
de las costumbres “bárbaras”.
LA MUERTE, por
frecuente, puede ser molesta. Así lo entendieron los vecinos de
la calle Santa Teresa cuando, el 20 de enero de 1868 en plena
epidemia de cólera montevideana, se rebelaron contra los
interminables desfiles de cadáveres y la emprendieron contra los
conductores de los carros fúnebres. Llovieron los insultos y las
pedradas para quienes no parecían tener lugar mejor para pasar, a
toda hora, rumbo al cementerio.
La actitud insolente e
irreverente de estos uruguayos con la muerte, lejos de ser un
episodio aislado que puede escandalizar a los contemporáneos,
formaba parte de un universo mayor: la cultura "bárbara".
Con ella el historiador José Pedro Barrán abre un nuevo
capítulo en la historiografía nacional: la historia de la
sensibilidad. Con la Historia de la sensibilidad y la reciente
Medicina y sociedad en el Uruguay del Novecientos, el siglo XIX y
las primeras décadas del XX se cargan en la memoria colectiva de
los uruguayos de nuevos contenidos y emociones.
El
'900 ambienta el nacimiento de este movimiento político llamado a
jugar un papel fundamental en la historia del siglo XX. En 1914 la
poetisa Delmira
Agustini recibe una
carta de su esposo (ya estaban separados) teñida por la indignación.
"Tu madre el día
de nuestro casamiento, en una entrevista que tuvimos en la sala y que
tu presenciaste de lejos, pues yo, ni después de casados te conté,
por delicadeza, llegó a hacerme revelaciones monstruosas de impureza
y deshonor, y poniéndome de ejemplo que ella lo hacía con tu padre
-dice E. Job Reyes- lo monstruoso, lo repugnante del consejo de tu
madre... a pretexto de que no te hiciera madre".
Control de natalidad, retraso de la edad matrimonial, caída del número de muertos, puritanismo y nuevos roles para la mujer son algunos de los rasgos que distinguen al nuevo modelo demográfico que se instala en el país.
La
represión de la
sexualidad femenina
era una de las condiciones para que triunfara el control de la
natalidad con métodos espontáneos. Una de las formas era retrasar
la edad matrimonial, lo que causó una represión sobre la mujer,
pero liberalizó al hombre. Se acentuó así el culto a la virginidad
que reemplazó al anterior de la fecundidad. Los noviazgos se
eternizaban; el joven debía esperar a tener una “posición”;
ella iba haciéndose el “ajuar” puntada a puntada. El
“dragoneo” comenzaba en la calle o a la salida de misa, luego la
conversación en el balcón o el zaguán, después, el interminable
“servicio de sala”. Nunca
solos “la lámpara
encendida, con la madre tejiendo o cosiendo frente a ellos y oyendo,
aburrida, tontos monosílabos y sin que nunca las manos de los
enamorados se tocaran, estarían hasta las 11, hora en el que el
padre cerraría el diario demostrando que era el momento de
retirarse”.
El
puritanismo se enseñoreó de la sociedad uruguaya, sobre todo del
medio urbano y de sus clases medias y alta. Este modelo demográfico
impuso nuevas
conductas. La
separación de sexos era estricta. Comenta una “dama” del 900,
Josefina Lerena Acevedo de Blixen: “Yo
era todavía una colegial, pero debía acompañar a una tía ya que
ninguna mujer soltera debía salir sola a esas horas... Las señoritas
paseaban en grupos...”.
En las playas también se solían separar los sexos.
Para
la mujer de la época, quedaban dos caminos a seguir: buscar la
independencia económica o el matrimonio. El problema ahora era la
soltería femenina. El hombre trabajaba, la mujer de clase media y
alta no. Comienza, lo que se dio a llamar, la “carrera
matrimonial”. Comenta Domingo Arena: “en
cada casa donde hay una muchacha casadera, se espera ansiosamente al
marido y se recibe por regla general al primero que llega, por el
justo temor de que no aparezca otro.”
Los padres a veces presentaban todas sus hijas casaderas a ricos
pretendientes herederos de campos para que éstos eligieran con cuál
deseaban iniciar el noviazgo. “¡Qué
es lo que no aspiran los padres para sus varones! Esa aspiración
consiste verlos formados, dueños de una carrera o de un negocio en
marcha, capaces de bastarse a sí mismos; en cuanto a las mujeres,
aquella aspiración equivale a verla casada. (...)
[La mujer] ha sido
atendida, criada y conservada, al sólo efecto de ser entregada a un
marido que va a sustituir al padre en la tutela, en el cuidado y en
la dirección de su vida de mujer”.
Otro de los caminos que
quedaba a la mujer era el mercado laboral. No fue casual que
en el mismo momento histórico en que el modelo demográfico limitaba
el papel de madre de la mujer, se forjaran para ella alternativas
laborales. También influyeron otros factores: el deseo de liberación
femenina, el apoyo de los radicales (anarquistas, socialistas,
batllistas) y la avidez del naciente capitalismo industrial por una
mano de obra abundantísima y muy barata.
Las pioneras fueron las
obreras de las fábricas de Montevideo y los saladeros del litoral.
Estas mujeres fueron usadas como un gran ejército de reserva; se les
pagaba menos salario y por lo tanto se podía emplear a un mayor
número originando pocos gastos extras.
La liberalización de
la mujer comenzó también en el plano ideológico, surgiendo el
movimiento feminista, que más que un movimiento político,
fue una actitud de vida que escandalizó a la clase alta y culta
montevideana.
SITUACIÓN DE LAS MUJERES EN EL URUGUAY DEL 900
http://www.youtube.com/watch?v=FGZ6Sj2XxOY
Ver el siguiente video donde se muestra la vida cotidiana de la mujer en los doscientos años del Bicentenario de la Revolución oriental.
LAS CLASES SOCIALES
**Clases conservadoras
Era la clase que controlaba los sectores clave de la
economía nacional: ganadería, comercio, industria y crédito. Se
organizaron en fuertes gremios: Federación Rural, Asociación Rural,
Cámara de Comercio, Cámara de Industria y Cámara Mercantil de Productos
del País.
El sector rural de la clase alta estaba constituido por unas 1.300 familias que poseían el 40% del suelo.
El sector mercantil estaba integrado también por
banqueros y prestamistas privados, grandes importadores, ricos
barraqueros, inversores en tierras en el interior y propietarios de
cientos de casas en Montevideo. Habían basado su poder financiero en el
siglo XIX en el negocio de la deuda pública y en el comercio de
tránsito. En el siglo XX, su situación iba a cambiar, cuando el Estado
coloque la deuda en el extranjero y se inaugure el puerto de Buenos
Aires.
Entre los grandes industriales, dominaban los
inmigrantes de origen italiano, español y francés. Existía también un
grupo importante de capitales nacionales que invirtieron en la industria
alimenticia. El gran capital extranjero (inglés y norteamericano)
monopolizaba los servicios públicos (agua, transporte, gas,
comunicaciones) y el frigorífico.
Clases populares
Eran la mayoría del país,
tanto en el medio rural como en el urbano; sin embargo, eso no
significaba que fueran fuertes en esta época.
Las clases rurales habían protagonizado las
revoluciones de Saravia, con poca conciencia de sus intereses, sin
llegar a poner en peligro real al gobierno de turno. Dispersas en la
estancia o marginadas del trabajo, eligieron la emigración a los países
vecinos y a Montevideo, o la permanencia en el pueblo de ratas.
Significaban para el partido en el gobierno y las clases conservadoras,
una preocupación pero no un verdadero temor. Lo que las neutralizaba y
mantenía en la quietud era su dispersión, el conservadorismo y que en
gran parte eran pequeños propietarios. Todo lo que la miseria convertía
en explosivo en la campaña, lo anulaba la dispersión de los
trabajadores, la emigración y el analfabetismo.
Las clases urbanas se concentraban principalmente en
Montevideo. La ocupación principal era la industria, la construcción, el
transporte y los gráficos. Totalmente diferente a la vida en el campo,
la ciudad agrupó a los obreros que compartían su vida miserable en los
conventillos. Estos actuaron como la gran fuerza que ambientó la
combatividad en los obreros; alquiler alto y salario bajo generaron una
oposición frontal al grupo poseedor (tanto propietarios como patrones).
También influyó la gran cantidad de inmigrantes europeos que venían con
la experiencia de su país de origen y su ideología anarquista. Fueron
ellos quienes hicieron los primeros intentos de agremiar y sindicalizar a
los trabajadores. Los primeros gremios de obreros de importancia
combativa, estaban guiados por anarquistas.
Pero lo que más movilizaba a
los obreros eran las condiciones de trabajo que padecían. Trabajaban
entre 11 y 12 horas diarias por salarios bajísimos, sometidos a
cualquier cantidad de penalizaciones que reducían aun más el salario.
Niños y mujeres trabajaban por igual y en las mismas condiciones que sus
compañeros hombres, pero cobrando menor salario.
Vivienda obrera: el conventillo
"Un cuarto de esas casas ómnibus", que abrigan al mendigo como al humilde industrial, tiene generalmente una puerta sobre el patio y una ventana a lo más; es una pieza cuadrada de cuatro metros por costado y tiene el siguiente destino: es el dormitorio del marido, de la mujer y de los hijos, que son por lo menos 5 o 6, generalmente sucios; es el comedor, la cocina y la despensa; el patio donde juegan los niños, el sitio donde se depositan los excrementos, a lo menos provisoriamente, el depósito de basuras, la sala de la ropa sucia y limpia, si la hay; la vivienda del perro y del gato, en una palabra, un sitio en donde 5 o 6 personas respiran de una manera contraria a todas las prescripciones higiénicas, a todas las leyes del sentido común y del buen gusto y a todas las exigencias del organismo". (Octavio Morató, Problemas sociales en el Uruguay).
"Las cincuenta personas que viven en el conventillo de Galicia1117, son condenados a la mugre perpetua. Piezas insalubres, sin luz, escasez de agua, ratas y un ambiente impregnado de fétidos olores. Su dueño, Juan B. Introzzi, percibe mensualmente unos 200 pesos por concepto de alquileres. El Sr. Introzzi, propietario del conventillo, es dueño de casi toda la manzana, fuerte comerciante de plaza, establecido en Rondeau y Galicia y está construyendo un regio palacete junto al conventillo. En el conventillo hay dos waters, dos canillas de agua y una cocina de 0,70 por 0,50. Tiene 20 piezas y el alquiler oscila entre $7 y $10". (Diario Justicia, 1929)
Vivienda obrera: el conventillo
"Un cuarto de esas casas ómnibus", que abrigan al mendigo como al humilde industrial, tiene generalmente una puerta sobre el patio y una ventana a lo más; es una pieza cuadrada de cuatro metros por costado y tiene el siguiente destino: es el dormitorio del marido, de la mujer y de los hijos, que son por lo menos 5 o 6, generalmente sucios; es el comedor, la cocina y la despensa; el patio donde juegan los niños, el sitio donde se depositan los excrementos, a lo menos provisoriamente, el depósito de basuras, la sala de la ropa sucia y limpia, si la hay; la vivienda del perro y del gato, en una palabra, un sitio en donde 5 o 6 personas respiran de una manera contraria a todas las prescripciones higiénicas, a todas las leyes del sentido común y del buen gusto y a todas las exigencias del organismo". (Octavio Morató, Problemas sociales en el Uruguay).
"Las cincuenta personas que viven en el conventillo de Galicia1117, son condenados a la mugre perpetua. Piezas insalubres, sin luz, escasez de agua, ratas y un ambiente impregnado de fétidos olores. Su dueño, Juan B. Introzzi, percibe mensualmente unos 200 pesos por concepto de alquileres. El Sr. Introzzi, propietario del conventillo, es dueño de casi toda la manzana, fuerte comerciante de plaza, establecido en Rondeau y Galicia y está construyendo un regio palacete junto al conventillo. En el conventillo hay dos waters, dos canillas de agua y una cocina de 0,70 por 0,50. Tiene 20 piezas y el alquiler oscila entre $7 y $10". (Diario Justicia, 1929)
José P. Barrán y Benjamín Nahum, “Batlle, los estancieros y el Imperio Británico”, Tomo I: “El Uruguay del 900”.
Trochón y Vidal, "Bases documentales para la Historia del Uruguay contemporáneo (1903-1933)".
Trochón y Vidal, "Bases documentales para la Historia del Uruguay contemporáneo (1903-1933)".