viernes, 24 de octubre de 2014

FICHAS DE ANALISIS Y LECTURA SOBRE MILITARISMO, ALAMBRAMIENTO DE LOS CAMPOS , CIVILISMO Y LEVANTAMIENTOS SARAVISTAS DE 1897 Y 1904


FICHAS DE TRABAJO PARA ANALIZAR 

LAS FICHAS TRABAJADAS EN CLASE COMO Nº 8 Y 9 ACÁ LAS ENCONTRARÀS COMO Nº 3 Y 4 
 

FICHA 1- CONSOLIDACIÓN Y FORTALECIMIENTO DEL PODER CENTRAL DEL PAÍS EN MONTEVIDEO

“Los gobiernos de los militares colorados Lorenzo Latorre (1876 - 1880), Máximo Santos (1882 - 1886) y Máximo Tajes (1886 - 1890), fueron los que asentaron el poder central, dominaron los caudillos rurales y tronaron los alzamientos sino imposibles, difíciles. El Estado y el ejército gozaron desde ese momento de la coacción física, en parte porque el armamento era ya costoso y de difícil manejo para los gauchos - el fusil Rémington de repetición y la artillería Krupp hicieron su aparición -; en parte porque los medios de comunicación (telégrafo) y transportes (ferrocarril) fortalecieron el poder montevideano; en parte porque la sociedad y la economía estaban cambiando y se oponían a las costosas rebeliones del pasado. También contribuyó el afianzamiento de la paz interna, el fortalecimiento del sentimiento nacional que ya no admitió la internacionalización de los partidos uruguayos y sus alianzas con los federales y unitarios argentinos o los bandos brasileños. (...) Desde este ángulo, la “Revolución de las lanzas” (1870 -1872) fue la primera guerra civil puramente uruguaya. A los militares sucedieron los gobiernos civiles, presidencialistas y autoritarios, de Julio Herrera y Obes (1890 - 1894) y Juan Idiarte Borda (1894 - 1897). Al exclusivismo colorado y sus manipulaciones electorales respondieron las revoluciones blancas capitaneadas por el caudillo rural Aparicio Saravia. Su levantamiento en 1897 fue la base de un gobierno colorado de compromiso con los blancos, el de Juan L. Cuestas (1897 - 1903). (también) Aparicio Saravia dirigió en 1904 la última gran revuelta rural (...) y así, en 1897 y 1904, los blancos alzaron las modernas banderas del respeto a la voluntad popular en las elecciones y la representación proporcional de los partidos en el Poder Legislativo.” (José Pedro Barrán, en la página Web de la Universidad de la República, Facultad de Humanidades).

FICHA 2-EL PODER CENTRAL DURANTE EL MILITARISMO SE CONSOLIDÓ
El país, caracterizado hasta 1876 por gobiernos centrales inoperantes y estériles en lo que a control de todo el Uruguay se refiere, no ofrecía la base políticas que todos los cambios económicos requieren (...) Refinar las razas ovina y vacuna; alambrar los campos; promover la agricultura y las praderas artificiales, todo ello era imposible en el Uruguay anarquizado de blancos y colorados, de caudillos y doctores. El amparo a la propiedad privada (...) sólo podía lograrse a través del Estado moderno (...) Seguridad y orden, pero también fomento de la construcción de caminos, puentes y ferrocarriles, incluso universalización de la educación, por lo menos primaria, todo ello constituía una base mínima de la cual partir para transformar el país (...) La modernización de la sociedad y la economía estaba supeditada a la modernización del Estado. Su largo alcance y rapidez de tiro (del Rémington) lo convertían en el arma clave para lograr el triunfo definitivo de la infantería. Su elevado costo lo ponía fuera del alcance de las “patriadas”, organizadas casi siempre en medio de enormes dificultades financieras. El Rémington era el mejor amigo del fortalecimiento del gobierno, la salvación contra la anarquía que provocaba la espontaneidad revolucionaria en que el país vivía (...) El Rémington primero y el Máuser después, al tecnificar la guerra y elevar el costo de las campañas militares operaron a favor del gobierno, ya que este poseía los controles del único personal especializado en su manejo - el ejército de línea - y el aparato financiero para procurárselo (...) Las comunicaciones operaron también (...) a favor del poder coactivo del Gobierno y la autoridad central montevideana. Junto al aparato militar, ellas constituyeron los caminos que más transitó el gobierno para lograr la modernidad, o sea, reasumir el poder atomizado en los caudillos regionales (...) El poder regional recibía un golpe de muerte con la unificación política que el ferrocarril y el telégrafo provocaban e los caminos que más transitó el gobierno para lograr la modernidad, o sea, reasumir el poder atomizado en los caudillos regionales (...) El poder regional recibía n el Uruguay gobernado por los militares. La rapidez de las comunicaciones hacía innecesarias las autonomías de los jefes políticos (...) Así como el poder coactivo del Estado se reforzó integrando al Uruguay las más modernas técnicas (...) así también se se perfeccionó el aparato administrativo y jurídico, poniéndolo a tono con las nuevas realidades que el país exigía. A mediados de 1877 fue reorganizado el servicio de Correos (...) (y en materia judicial) el dictador fue sustituyendo paulatinamente a los alcaldes ordinarios por Jueces Letrados departamentales, con lo que la administración de justicia ganó en tecnicismo y en eficiencia. La promulgación de los Códigos de Procedimiento Civil e Instrucción Criminal (1878) se vinculó al mismo deseo: modernizar, haciendo más ejecutivos los juicios y delimitando de una vez los procedimientos que se arrastraban casi incambiados y complejísimos desde la época colonial (...) El triunfo más espectacular en el camino de la modernización, lo logró el dictador mediante una paradoja (...) Decidido, aún sabiendo que rompía deliberadamente con toda su generación, José Pedro Varela ofreció sus servicios al gobierno dictatorial y logró que se aprobase la famosa ley de Educación de 1877. Ella fue el andamiaje sobre el que se desencadenó el desarrollo revolucionario de la instrucción primaria en la capital y en la campaña (desarrollo que para Varela tenía la doble virtud de eliminar la ignorancia y el primitivismo a la vez, que por medio de la cultura, fundar una auténtica vida democrática, impidiendo para el futuro gobiernos militares similares al que estaba sirviendo) (...) lo cierto es que la reforma se inscribía dentro de un plan orgánico de “puesta al día” del Uruguay que el dictador tuvo la habilidad de comprender y apoyar.” (Ídem)
FICHA 3- VENTAJAS DEL ALAMBRAMIENTO DE LOS CAMPOS
“Las ventajas que el alambrado proporcionaba al estanciero eran múltiples. En primer lugar, fijaba con claridad el límite de la tierra que cada uno poseía, hecho fundamental en una época donde la indefinición de la propiedad era la regla y los pleitos que de ellos resultaban múltiples (...) Ahorraba mano de obra, porque ya no se necesitaba gente para recoger la hacienda dispersa o para parar rodeo, lo que permitía hacer fuertes economías en salarios (...) Uno de los males más importantes que afrontaban los estancieros de antaño era la “disparada” de los animales asustados, o la dispersión provocada por las sequías. El alambrado lo curaba radicalmente. Salía más barato alambrar que perder cientos de animales que se alejaban en busca de aguadas. Favorecía notablemente la cría del ovino (...) El refinamiento del ovino y el cercamiento de los campos fueron dos procesos que se desarrollaron paralelamente. El mismo benéfico resultado tenía para el bovino. No se podía pensar en el mestizaje controlado y seguro sin la existencia de potreros y éstos sólo se podían hacer de alambre. Por otro lado, el alambrado constituía una valla impuesta a las recorridas ajenas del campo. Cualquiera podía cruzarlo, espantando al ganado, dificultando su engorde, y en más de una ocasión, cuereando algún animal alejado (...) Desde este punto de vista, el cerco significó ponerle puertas al campo, custodiarlo mejor, asegurar los bienes que contenía. Trajo consigo una afirmación de la propiedad: ello explica que todos los estancieros, tradicionalistas y progresistas, lo hayan adoptado velozmente. Pero los últimos, además le dieron un significado económico: la subdivisión de potreros permitía el mestizaje, es decir, lograr más carne y más lana en menos tiempo, y por lo tanto, más ganancias (...) En la revista de la ARU del 15 de agosto de 1881, se calculaba que en 1789, según declaraciones de la Contribución Directa, existían 7.685 suertes de estancia en todo el país. Si se alambraron 4.906 hasta 1882, quedaron sin alambrar 2.779, o sea, 36% del total (...) Del 64% alambrado sólo un 13% lo hizo entre 1872 - 1876; el restante 87% lo hizo entre 1877 - 1882 (...) si bien el costo del alambrado fue bajando, las primeras inversiones fueron altísimas, superando en 1874 a la tercera parte del valor de la tierra. Luego, gracias a la medianería forzosa, su costo que alcanzaba a la cuarta parte de ésta, bajó a la octava en 1879, para pasar finalmente de la sexta a la doceava parte en 1882.” (Idem)

FICHA 4- CONSECUENCIAS SOCIALES DEL ALAAMBRAMIENTO DE LOS CAMPOS

Después del ovino, el alambrado fue el segundo elemento transformador de la estructura económica rural (...) (La) alimentación y (la) cruza, tienen en su origen al alambre. Por eso es que lo consideramos como el elemento técnico básico de nuestra modificación de estructuras. Lo que el tractor fue para los países agrícolas, lo constituyó el alambre para el nuestro ganadero (...) En lo relativo a la cruza, el papel del alambre es clarísimo; pero también va a crear un nuevo tipo de trabajo con el ganado: la invernada, es decir, el engorde calculado de los animales para venderlos en los meses en que la hacienda es escasa y el consumo encuentra dificultades para proveerse (...) Pero hay otras ventajas, que si bien secundarias, pesaban considerablemente en el conjunto de la explotación ganadera. Por ejemplo, el cerco disminuye el pisoteo y la pérdida de los pastos por el ganado vacuno, de manera que cuando hay sequía, los campos alambrados se conservan bien mientras que los sin cercar no tienen pastos. Cuando hay alguna epidemia, los animales pueden ser aislados en potreros lejanos (...) También se economiza en sueldos de peones, que ya no se necesitan para recoger ganado que no pueden escapar de los límites de la propiedad; ni representa problema de estampida; ni los propietarios de mucho ganado y poca tierra pueden utilizar la de los vecinos, como hacían antes. (...) (Los pequeños estancieros fueron perjudicados) por el alambrado hasta tal punto que se puede sostener que el alambre eliminó el minifundio ganadero, y aún muchos medianos propietarios se vieron obligados a vender sus tierras por el costo del cercado. Es que, como ha pasado siempre en nuestro medio rural, las inversiones importantes sólo las pueden hacer los grandes propietarios; los pequeños, colocados en situación de desventaja productiva por no poder alambrar, o por estar obligados a pagar una medianería que les imponía - por ley - su vecino más poderoso, tenían que vender ganados o tierras (...) La conclusión lógica es que el alambrado favoreció la gran propiedad. Por ello lo apoyaron con fervor tan inusitado los hacendados rutinarios. Se puede decir que el alambrado fue el único objetivo de la prédica de la ARU que se cumplió completamente; pero no porque la campaña entera quedara subyugada por su propaganda renovadora, sino porque el cerco consolidaba definitivamente la estructura de la propiedad de la tierra que regía en ese momento en el país. (...) Por eso el alambramiento fue general, por eso los “tradicionalistas” no discutieron la prédica de los “progresistas” (...) Pero lo que importa enfatizar ahora es que el alambre, al delimitar la propiedad, marcar la tierra, fijar la posesión, llevó fatalmente a la consolidación del latifundio y de la sociedad tradicional. Ambos, pero sobre todo el primero, fueron obstáculos insalvables para la creación de un desarrollo económico rural viable. Por defender sus intereses de clase, los rurales mutilaban su propio empuje progresista, destinándolo a la frustración. Predicaron el alambramiento aún sabiendo que consagraban y hasta agrandaban - por las ventas de los pequeños propietarios - el latifundio. Creyeron, quizás, que podrían superar esta valla contagiando al latifundista rutinario con su espíritu de progreso y adelanto; se equivocaron radicalmente. El latifundio fue más fuerte que ellos: aceptó el alambramiento para fortificarse, pero el segundo paso, perfeccionar al máximo la explotación, no lo dio nunca; no tenía interés de darlo (...).A medida que avanzaba la década de 1870 y con ella el crecimiento, los peones, agregados y puesteros iban quedando fuera de las estancias, y arrastrando su miseria por los lindes o precoces “rancheríos” y suburbios de los pueblos del interior (...) Las tareas de campo que más trabajo humano necesitaban eran los rodeos y los apartes. Estos se hacían para apartar los animales de distintos dueños, mezclados a consecuencias de una estampida, la sequía o las conmociones políticas; o para separar los destinados a la venta, etc. El alambre eliminó todo ese trabajo: el ganado que no se podía escapar, ni se podía mezclar, ni se podía perder. Muchos peones fueron despedidos (...) También fueron despedidos los agregados y puesteros (...) despedir al puestero - centinela, ahora inútil, y expulsar a los agregados que ya no tenían en que ocuparse, fue visto como una medida ineludible de racionalización del trabajo y ahorro (...) Pero todavía hay un tercer sector de perjudicados por el alambramiento: los pequeños poseedores que residían en los límites indefinidos de las grandes estancias, viviendo un poco sobre cada una, y pastoreando así sus escasos animales. Al tenderse el cerco, el linde se fijó con absoluta precisión; ya no quedaron terrenos indefinidos, ya no hubo donde asentarse. El minifundista ganadero, ocupante simple de la tierra, fue a reunirse con los peones, agregados y puesteros, fuera de los límites de la estancia. (...) A lado de estos tres grupos de desplazados, hay que ubicar, además, a los pequeños y medianos propietarios, que, tarde o temprano, tuvieron que vender (...) Aquí, en el Uruguay del '70 (...) ¿qué salida quedaba para el peón que durante generaciones había vivido de y para el vacuno, sin otros conocimientos de los que daba la estancia o el puesto?. Ninguna, porque no se puede considerar al ejército o al rancherío como solución económica, ni para el hombre ni para el Uruguay. El campesino europeo o estadounidense desplazado encontró un lugar en la actividad productiva del país, adquirió en fábricas conciencia de su propia clase social, se organizó presentando una fuerte lucha a la clase social poseedora. Pero nuestros criollos desplazados, sin posibilidades de inserción en la vida activa del país, quedaron en el campo, incultos, desunidos, inconscientes de su pésima situación social, inhabilitados por el medio para comprenderla y reaccionar. Quedaron doblemente marginados: no sólo de la estancia, sino también del país, fuera de su función económica, fuera de su esfuerzo para el progreso, fuera de todos los beneficios, que éste podía aparejar. Y esta es la segunda consecuencia de signo negativo - la primera fue la consolidación del latifundio - que hay que atribuir al alambrado. (...) ” (Idem.)


FICHA 5- CIVILISMO Y MODELO DE “INFLUENCIA DIRECTRIZ” Y EXCLUSIVISMO COLORADO EN EL PODER CENTRAL

“Es indudable que el Gobierno tiene y tendrá siempre y es necesario y conveniente que lo tenga, una poderosa y legítima influencia en la designación de los candidatos del partido gobernante, y entonces de lo que puede acusársele es del buen o mal uso que haga de esa influencia directriz, pero no de que la ejerza, y mucho menos podrá decirse racionalmente que el ejercicio de esa facultad importe el despojo del derecho electoral de los ciudadanos” (El Presidente Julio Herrera y Obes en su definición de “influencia directriz”)

Dice el Partido Blanco que viene a reestablecer las garantías individuales y las libertades públicas ¡pero no le creamos! ¡Viene, antes que todo, a derrotar al Partido Colorado! (...) ese ataque es uno de los más formidables que se haya preparado contra nosotros y habremos de repelerlo con nuestros propios brazos, bajo las órdenes de nuestros mejores jefes.” (José Batlle y Ordóñez, 1897, en asamblea partidaria)
“El Partido Blanco tiene el derecho de revolución, porque el Partido colorado gobierna exclusivamente los destinos del país y gobierna mal, como vosotros mismos afirmáis”. (Eduardo Flores, 1897 en asamblea partidaria colorada).
FICHA 6- CARTA DE APARICIO SARAVIA A SU HERMANO
Caraguatá, 6 de mayo de 1897 (...) El país hace mucho que está en ruinas, pero sobre este suelo que adoramos los dos, la huella que han dejado los gobiernos que crees gobierno de orden y han sido gobiernos de licencia, mientras Bernardo P. Berro, mientras Giró, mientras el probo Atanasio Aguirre, mientras los presidentes del Partido que hoy está en armas cuidaban la hacienda pública y acrecían las comodidades privadas por la pureza de la administración, los gobiernos a los que tu te refieres en tu extensa nota, (...) han hecho todo lo contrario (...). Es por eso, hermano, que estoy donde estoy, y aquí estaré al morir. En el bando de los administradores de buena fe; en el partido de las probidades presidenciales; junto a aquellos que suben y bajan pobres del poder, donde nuestro padre que no sabía manchar sus canas hubiera estado en la hora de las grandes y supremas crisis de la conciencia pública... ¿Tú crees servir a la Patria en el puesto que ocupas? (...) pues no la sirves, sirves tan solo a un círculo; la patria es algo más de lo que tu supones, la patria es el poder que se hace respetar por el prestigio de sus honradeces y por la religión de las instituciones no mancilladas; la patria es el conjunto de todos los partidos en el amplio y pleno uso de sus derechos; la patria es la dignidad arriba y el regocijo abajo; la patria no es el grupo de mercaderes y de histriones políticos que han hecho a las prerrogativas del ciudadano, nubes que el viento lleva y que se sientan hoy donde se sentaban próceres (...) Deseo manifestarte lo mucho que me duele y lo harto que me pesa verte luchar en pos de una camarilla sin ley ni patria, contra las más legítimas aspiraciones y contra los más generosos anhelos del alma de esta tierra de desventuras. Tú me dices que eres soldado de un gobierno constituido, olvidando que lo fue mal. Yo te preferiría soldado de la nación, del derecho, de la libertad, de la honradez administrativa; lo que no obsta para que bien te quiera quien no olvidará nunca los vínculos sagrados que a ti me unen. Es tuyo siempre.” (Carta de Aparicio Saravia a su hermano Basilicio en la fecha indicada)

FICHA 6- LEVANTAMIENTOS SARAVISTAS: 1897, 1904.

“Pero ni siquiera el “orden” y el “sosiego” políticos habían quedado garantizados con la solución militarista que las clases altas y el inversor británico apoyaron en 1876. Las guerras civiles renacieron, primero con timidez en 1896 y 1897, y por fin brutalmente en 1904. La evolución económica y social que los terratenientes iniciaron al amparo de la paz latorrista, el cercamiento de los campos sobre todo, dejó a una inmensa masa humana sin trabajo, lo que ambientó el alzamiento político. Por otro lado, los gobiernos al no basarse en las mayorías sino en el manipuleo de un pequeño electorado por el partido oficialista, dejaron fuera el grueso de la opinión pública. La combinación de estos dos hechos se reveló explosiva y cuestionó por insuficiente la solución impuesta en 1876. La guerra civil de de 1904, con sus sangrientas batallas de Tupambaé y Masoller, y sus nueve largos meses, provocó tal “sonido y furia” que de nuevo la conciencia nacional se sobresaltó. La inestabilidad política fue considerada otra vez el centro del gran “problema nacional” a resolver. Apenas terminada la guerra, políticos e intelectuales se dedicaron a buscar sus motivaciones más profundas. Aparecieron innumerables artículos periodísticos y varios libros con el título “El problema nacional”. El análisis de esas publicaciones muestra existencia de dos grandes vertientes explicativas que a ves se conjuraron: la económico social, mayoritaria, derivada por lo general del batllismo y el socialismo, y la política, expuesta casi siempre por los dirigentes del Partido Nacional. (Los colorados sostenían) que “el mal del país” radicaba en el predominio del latifundio y la ganadería extensiva, generadora del caudillismo, la miseria campesina, la despoblación y las revueltas. (…) Los dirigentes del Partido Nacional, en cambio, insistieron en que la causa fundamental de la persistencia de las guerras civiles radicaba en la inexistencia de gobiernos democráticos, que fueran elegidos y actuaran con la aprobación de la mayoría de la sociedad uruguaya.” .”(José Pedro Barrán - Benjamín Nahum, “El problema nacional y el Estado: un marco histórico”, Fundación de Cultura Económica, nº 14, p.11, 1986)

“La miseria predispuso al pobrerío a la violencia y la divisa dio el empujón para que esta subiera al rango de revolución política y tuviera una justificación sentimental, casi ética…Todo el paisanaje empero esperaba el levantamiento armado, aventura, alimento abundante y la posibilidad de recuperar su dignidad humana con un fusil o una lanza en la mano, beneficios que atribuirían al jefe que los mandaban o a la divisa que servían. Saravia sabía, aunque lo declaró solo a sus íntimos, que su única posibilidad de triunfo no era militar sino social: si la Revolución duraba y consumía haciendas y quemaba postes de alambrado, la clase alta rural terminaría ejerciendo una presión irresistible sobre Batlle para que pactase y cediese (1904) lográndose así el objetivo político buscado” . (José Pedro Barrán - Benjamín Nahum, “Historia Social de las Revoluciones de 1897 y 1904”)

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